Además de su atractivo plástico, la autenticidad y la representatividad de los grupos étnicos de donde provienen son la clave de la belleza de las diversas expresiones que surgen del artista anónimo, que actúa con una espontaneidad naif.
El arte primitivo, y muy especialmente el africano, cambió la historia del arte contemporáneo a principios del siglo XX al fascinar con su nueva y poderosa expresividad a artistas como Picasso, Matisse, Braque, Derain…, y así se fundió en el cubismo.
En la tradición plástica clásica, desde el Renacimiento, el artista interpretaba con reglas de perspectiva la ejecución de imágenes realistas, en un entorno reconocible. Se trataba de reflejar el mundo desde la credibilidad estética.
El arte africano ofreció un nuevo valor de la dimensión formal del objeto, que es ahora tributaria de una estructura abstracta, el “espíritu”, el cual transciende a un personaje concreto y se hace manifestación de un continuo cultural interpretado de forma diferente por cada grupo étnico, tribal.